con la peor de las tormentas
se disipa cuando me recuesto en tu pecho,
cuando mi cuerpo busca la calma
que emana de ti,
y me abandono a sensaciones indescriptibles,
a paz que me envuelve entera
sacudiendo mi cuerpo lentamente.
Me abandono a la felicidad
que huele a tu piel,
al sosiego que me apacigua las ansias
y me devora los miedos.
Me olvido de los días y de las noches,
del sol y de la luna
y me fundo en tu brazo
que me arropa despacio,
que me salva del monstruo
que habita bajo las sábanas de mi alma.
Hasta el cielo mas negro que descarga
su ira sobre la tierra tiene otro brillo
cuando me recuesto en tu pecho,
cuando me desvisto por dentro y por fuera
y me hago un ovillo contigo
y es el calor de tu cuerpo
el que me calienta el frío del corazón.
Me lanzo ciega al abismo de tus ojos
en donde me veo reflejada,
en donde se muestra todo mi ser
con mas claridad que un espejo.
Ahí donde me vuelvo a enamorar de mi
y me concedo una tregua y me quiero
un poquito así como tu me quieres.
Hasta la noche mas oscura que parece
alargarse entre las tinieblas,
adquiere otro encanto cuando me recuesto en tu pecho…
ELI,16
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