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A menudo me siento y me concentro en escuchar lo que mi alma me quiera contar...¿quieres leerlo?

lunes, 19 de febrero de 2018

MIEDO


Y de repente un día se abre una brecha bajo tus pies
haciendo que pierdas el equilibrio, el camino se vuelve
hostil paralizando tu cuerpo, activando tus alertas
y rompiendo en mil pedazos el tarro donde guardas tus miedos.
Miedos que ahora andan libres y que se cuelan por tus poros
como el humo negro de una apestoso cigarro,
se aferran a tu cuerpo y te envuelven hasta ahogarte,
hasta que tu corazón cabalgue rápido y sin consuelo.
Ahora todo tu cuerpo huele a miedo y te tumbas en el suelo
 muy quieta para no caer en la brecha, para que las fauces
del lobo no te agarren ni un pedazo de tu carne cubierta de miedo.
Tu mundo gira entonces en una órbita distinta
y hasta la piel grita asustada cuando se apagan las luces.
Las horas se extienden y la noche se come al día
llenándolo todo de oscuridad que se pega en las paredes,
en tus ropas y en tu pelo.
Entonces vuelves a verte como un pequeño animal vulnerable
y frágil al que los fantasmas asustan con su sola existencia.

Pero de pronto respiras y te levantas y te arrancas las ropas que huelen
al miedo, y huyes despavorida dejando que el viento te empuje
y te topas con unos brazos que son el antídoto de la negra noche,
que te arrojan a la calma y al mas tranquilo oasis, donde en las
aguas cristalinas te bañan quitándote las sombras.
Te acarician unas manos que te transmiten mil balsas de aceite
que te abren el pecho y te sacan el alma para que tu misma la beses.
Manos que devuelven los fantasmas a un tarro de acero, de donde
no podrán salir.

Y la brecha del camino se cierra y despiertas del sueño negro
arropada dentro de un pecho que huele a soles y a cielos azules.


  ELI,18

miércoles, 7 de febrero de 2018

A NADA

A nada se parecen los momentos que paso contigo,
esos instantes en los que se mezclan nuestras pieles
formando un dulce aroma que inunda mis sentidos.

A nada se parecen los besos que me regalas,
el suave abrigo que es tu boca para mis labios,
la cálida vida que se adentra por mi garganta
cuando en ellos exhalas y que se instala en mi pecho
palpitando los días en los que el frío me amenaza.

A nada se parecen tus dedos que danzan con calma por mi vientre,
que se pasean por mis mejillas en las tardes de invierno,
que se enredan tiernos en mi pelo.

A nada se parecen tus manos cuando me tocan
con ese poder supremo que logran sosegar mi corazón,
que me acunan con calma, que devoran mis miedos
y me curan viejas heridas que sangran a veces
cuando los fantasmas me persiguen.

A nada se parece lo que siento cuando te pienso en esta noche tan fría
y hasta el alma se me calienta evocando esos momentos
en los que el mundo desaparece ante nuestros ojos.

Me vuelvo frágil entre tus brazos
dejando la coraza que me reviste envolviéndome a diario,
elevando mi cuerpo haciéndolo liviano y es que
a nada se parece...
  A nada te pareces

ELI,18