Mi piel celebra la llegada de tus manos
como las flores celebran la primavera.
Se derrite el hielo que paralizaba mi sangre,
se deshacen las cavernas heladas en donde
se escondían los te quieros que no decía,
en donde dormían las emociones
que ahora me abruman.

Me despierto por dentro y siento
que renazco como un riachuelo,
como arroyo fresco que lleva la vida al bosque.
Así me despierto cuando me invaden tus manos,
cuando me asaltan tus labios llevándome al fin del mundo.

Me arde el alma cuando me miras
y me ciegas sin saberlo haciendo que
el mundo alrededor desaparezca,
haciendo que el tiempo se cree de nuevo
para nuestras mañanas de domingo.

Olas me arrastran al fondo,
olas de caricias,
olas de besos,
olas que me adentran en este mar
en donde el agua es la mas dulce que jamás bebí,
en donde me hundo sin temor.
Mar donde me ahogo sin miedo
y en donde quiero morir.


   Eli,14