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A menudo me siento y me concentro en escuchar lo que mi alma me quiera contar...¿quieres leerlo?

lunes, 9 de diciembre de 2013

QUERIDA SEÑORITA II

Querida Señorita:

Hace ya un tiempo que perdí la osadía de mirarla y hasta de escribirle, desde aquella ultima misiva en la que ponía a sus pies mi alma, aquella carta en la que le pedía perdón por soñarla vestida cogiendo mi mano al pasear.

En principio mis intenciones, como ya le explique, no eran mas que poseer su cuerpo, oler su piel y besar su boca, pero enseguida se apodero de mi un sentimiento mas visceral, algo que no he podido controlar. Es por eso por lo que al enviarle la ultima carta deje de seguirla por el entramado de calles que lleva a su casa.
Deje de buscarla en los puestos de especias donde se paraba los días de mercado a oler las esencias puras y a comprar los jazmines secos para perfumar su espléndida piel.

He intentado ahogar su recuerdo con alcohol, he colmado mi sed bebiendo de las caderas de otras mujeres...
Pero nada es comparable a la plenitud que recorre mi cuerpo cuando la tengo delante.

Por eso es por lo que hoy rompo mi silencio y derrumbo mis barreras para hacerle saber, a través de mis letras, que la necesito.
Necesito su esencia para completar mi existencia.
Temo morir transparente si su cuerpo no se aferra al mío. He bajado al mismísimo infierno a vender mi alma al diablo, pero me dijo que no la aceptaba, que mi alma ya tenia dueña...

Querida Señorita, le pido, le imploro que me mire a los ojos y vea mi interior como ya lo hizo una vez, le imploro que no tenga miedo de mi, que me guíe por el camino tan amargo que recorro,
camino mas dulce cuando la siento cerca.
A sus pies pongo el corazón de este pobre ignorante que se ha pasado la vida dándolo todo para ahora verse solo, triste y cruelmente devastado.
Ha sido cuando he sabido de su hermosa existencia, cuando mi cuerpo se ha llenado de ganas de vivir.
Mi alma volvió a mi cuerpo el mismo día que usted poso sus labios sobre los míos, ese día que cogió mi rostro entre sus manos de algodón y me susurro que me quería.
Desde ese ida he volcado mis fuerzas en olvidarla, en borrar sus delicadas huellas de mi vida con un funesto resultado...

Querida señorita, sin usted a mi lado, no soy persona y es mi derecho hacérselo saber para que disponga como mejor vea mi vida, porque no es mía, es suya.

 Se despide de usted este pobre mortal que un día la deseó de manera carnal y ahora se ve involucrado en un sentimiento que lo tiene dominado.
     

                                                                 Atentamente: Luis.



  ELI,13







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