oasis en medio del desierto ardiente
que son los días que se suceden lánguidos y eternos,
eso es lo que siento cuando me abrazas.
Mi corazón alocado
se adapta a tu ritmo
lento y pausado
y se funden marcando un latido
que es puro bálsamo para mi pecho impulsivo.
Se abren mis carnes, mis poros y hasta mi alma
para aspirar en dulce aliento que exhalas cuando me miras,
cuando tus ojos me tocan el cuerpo, cuando se posan en los míos
y es ahí cuando siento que esto me sobrepasa, que me eleva a las alturas,
que me acuna envolviéndome despacio.
Se me adormece el cuerpo cuando tus manos me arropan la piel,
me acaricias los miedos que me comen por dentro y se vuelven
dóciles al suave tanto de tus dedos.
Caigo en un mundo sin tiempo,
relojes sin agujas que bailan lento delante de mis ojos,
no hay nada, no hay nadie, no hay más que tu y que yo
y me dejo mecer, me dejo envolver aún más por el arrullo
que son tus besos en mis mejillas,
Tienes el don de devolverme la calma,
de aplacar mis terrores y lanzarlos al vacío.
Tienes el don de mostrarme mi mejor versión.
ELI,18
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