al que acudo en noches como esta.
Noches en las que el desconsuelo no me deja respirar,
noches en las que me aprieta el pecho y mis ojos se cristalizan.
Ese lugar esta tremendamente escondido para que nadie
lo pueda saquear, es solo mío y así se ha de quedar.
Detrás de la cascada que rompe en mitad del arroyo
hay una cueva en la que se reflejan las gotas de agua
y forman caleidoscopios de colores maravillosos.
Allí acudo en noches como esta a sentarme en la roca,
abrazándome las rodillas y escondiendo mi cara
para que las mariposas no me vean llorar.
En este mágico lugar no me siento vulnerable,
nada me puede, nada me duele...
Ni siquiera la triste monotonía del día a día,
no me ataca tampoco el recuerdo de lo que un hace una vida fuimos
y ya no conseguimos volver a ser.
En este lugar tampoco me invade la nostalgia del nuevo árbol
que aquel verano plante y que antes de crecer, se secó...
Aquí no hay murallas indestructibles que nunca caerán,
no hay deseos frustrados ni amores apagados...
Aquí Yo puedo ser Yo sin dañar a nadie, sin sentir por nadie
y el peso de que alguien pueda sentir por mi...
Me encuentro sola, tremendamente sola,
pero descubro la paz que en otros mundos me es vetada.
Siempre duele el olvido,
duele la dejadez y duele también cuando un pájaro
roza la palma de tu mano y se marcha volando donde nunca lo podrás alcanzar...
Aquí me quiero quedar por un tiempo,
hasta limpiar mi memoria y purificar mi alma.
Para hacer pensar al mundo que he desaparecido
para ver cuantos de los que me quieren, de verdad me echaran en falta...
Para ver cuantos levantan la mano y alzan mi ataúd hasta llevarme al destino final...
Eli,13
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