cuando me acuesto a tu lado y me pego a tu cuerpo.
Tus manos calmando mi piel,
apaciguando mis prisas eternas,
acallando mis ruidos internos.
Tu olor que me embriaga,
que me azota los sentidos, sacándome de este mundo.
No hay momento mas bonito que cuando
me recuesto contigo,
cuando me duermo en el cálido cobijo de tu cuerpo,
mientras tus brazos me protegen de los fríos del mundo.
El sueño se vuelve tranquilo y se escapan todos mis miedos
en forma de temblores.
Me devuelves la calma, me aportas paz,
me callas el ruido, me vuelves liviana.
Todo esto cuando me arropas durmiendo en tus brazos,
cuando en el duermevela siento que me acaricias la cara.
ELI,17
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