y Yo, ajena de mí, me dejo arrastrar al fondo de la nada
allá en donde los árboles mueren desnudos y fríos.
Ya no siento,
que algún día la poblaban.
Cerró puertas y ventanas y solo
pelusas de amor como hilos cortados
se pasean por su frío suelo.
Ya no quiero mas susurros
que me envuelven en terciopelo.
Ya no quiero caminar firme,
ahora soy vagabundo de este frío mundo.
Cabizbajo y azorado me adentro en la nada,
de donde nunca debí salir.
Es ahora cuando escucho una voz,
cuando me giro y te veo,
cuando mi cuerpo huye de mi
y corre a tu encuentro.
Es ahora cuando tu abrazo me devuelve a la vida,
cuando se llena de luz mi terrible oscuridad.
Vuelven los latidos a mi pecho
y la sangre a mis venas.
Basta tu aliento en mi cuello
para devolverme el alma al cuerpo.
Y aquí me quedo en este mundo
cogida de tu mano,
Eli,14
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