quizá el tiempo se pare, si no nos oye.
El tiempo anda apurado porque sabe
que lo vigilamos, necesita parar y reposar sus pies doloridos.
Sería perfecto que se detuviera
en ese delicioso minuto que sabe a tu boca.
Con suerte si hoy no hacemos ruido,
se irá a dormir cuando tus brazos me rodeen
y me beses las mejillas.
Así, quietos en estado latente,
solo para que el tiempo descanse,
no porque ansíe vivir en tu pecho.
No porque quiera cubrir mi desnudez
con tus manos.
Solo porque el tiempo necesita un respiro
solo porque yo necesito un poco de tu aliento.
Calla y no digas más,
dejemos que el tiempo se duerma
y susurraré entonces en tu oído,
no para erizar tu alma,
sino para no despertarlo.
ELi,14
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