con cada caricia,
se va deshaciendo el hielo que envuelve mi alma,
con cada abrazo, con cada mirada…
Al suelo va cayendo mi cuerpo viejo
y ya nada me sostiene,
ya camino sin ayuda….
Al suelo va cayendo esa armadura
que me oprime el pecho,
dejando libre este cuerpo desarmado…
Al suelo va cayendo mi piel rota
y ahora mis pies descalzos avanzan despacio,
sin miedo, sin prisa….
Al suelo me abrazo y la hierba
me empapa la cara de frescura,
de mañanas al rocío y tostadas con miel…
Al suelo van cayendo, como hojas secas,
los días de mi vida
y hoy recojo solo aquellos que me hacen sonreír,
los meto entre mis libros y los llevo conmigo.
Eli,14
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