a observar la inmensidad de la tierra.
Desde allí me siento pequeñita
y vulnerable, me siento una niña
y me arrullo con mis brazos
mientras me canto una nana.
Cuando la angustia me corroe
me gusta subirme a la cima del mundo,
a soltar mi melena y dejar
que los fuertes vientos
despeinen mi pelo
y se lleven el aroma a cansancio
y soledad que desprende mi alma.
En la cima del mundo
lloro lagrimas negras
que marcan mi rostro
y mis manos...
Lagrimas como acido
que queman mi piel
dejando cicatrices.
Me pongo en pie alla en lo alto
y chillo desde mi alma
sacando el dolor de mi pecho
y el eco de mi angustia
recorre el mundo formando huracanes
que azotan la tierra.
El cielo se oscurece y amenaza
tormenta que son mis lamentos
que llegan a tu puerta y te sacan de tu sueño.
Me subo aquí cuando quiero escapar
de la desidia de la rutina,
del hastío del suceder de los días.
Aquí es un mundo paralelo donde
no tiene cabida la monotonía.
Aquí te invoco después de mi llanto
y me envuelves con tu piel curando
mis cicatrices,
bebiendote mis lagrimas negras.
Me meces en tus brazos y me susurras
al oído palabras que son bálsamo
para mi ser.
En la cima del mundo mi Yo
se destruye y renace de tu mano,
mas fuerte, mas grande....
ELi,14
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