que giran alocadas cuando huelen tu esencia,
cuando te sienten cerca.
Revuelo que me sube,
que me despega los pies del suelo y me lanza
apresurada al calor de tus brazos.
Oasis de calma la que me invade si tus manos
me acarician, si se pierden un poquito solo
por los confines de mi cuerpo.
Llévame esta noche al otro lado del mundo,
a ese horizonte que aparece cuando me besas despacio,
cuando me abrazas entera,
a ese mundo desierto de todos, vacío de miedo
y de horrores.
Acúname despacio hasta que caiga rendida,
hasta que se duerman mis horrores
y mi corazón se calme,
méceme esta noche hasta que mi lagrimas
se sequen y no me sueltes de la mano aunque me veas dormida.
Eli,18